Todos los martes y viernes de
cada semana, despierto tan temprano como de costumbre con el único fin de
robarle un poco de tiempo al tiempo… e ingeniármelas para adelantar algún que
otro proyecto investigativo y parte de la jornada científica del día, en el
Centro de Inmunología Molecular (CIM). Para quien no le conozca, uno de los más
prestigiosos centros investigativos y productores, tanto de vacunas como de anticuerpos
monoclonales (AcM) contra el cáncer a nivel mundial. Justo antes de precisar
algunos detalles y partir rumbo al Instituto Politécnico de Química (IPQ)
Mártires de Girón, donde imparto, desde hace solo unos meses atrás, docencia de
Física II.
Salvo
que para mí pleno desconcierto, el
desvelo me toca a la puerta de los parpados en el amanecer del viernes siete de
noviembre del presente 2014… unos noventa minutos antes de lo programado en el
despertador y el teléfono móvil. Advirtiendo desde entonces, que a lo sumo he
podido dormir tan solo dos –de las ocho necesarias para descansar a diario- horas
con treinta minutos y su rostro sonriente dando tumbos en mi cabeza. Tal como
si hubiese encontrado modo de acercarse y recordarle a mi mala memoria -en
cuestiones de fechas- que al amanecer del día siguiente, se homenajease
justamente un año desde que su joven corazón dejaba de latir –en contra de su
propia voluntad- para marchar quién sabe a dónde.
El lugar exacto no sabría
precisarlo… pero si contemplamos la posibilidad de que haya marchado, tal como
lo hiso “El Principito” -de Exupéry- a su asteroide B612, ella debe permanecer justamente
–por ser sin duda la constelación que más brilla sobre el hemisferio Norte- en
el asteroide (F7Ib-II[3]), actualmente conocido como
Estrella Polar. Desde entonces, con intenciones de corroborar mi teoría, no
dejo de contemplar el cielo desde mi ventana, esperanzado de escucharle sonreír
-de cualquiera de sus tiernas travesuras- junto al principito.
Actualmente, nadie de los que le
conocía se resigna a la tormentosa idea de no encontrarle por los pasillos con
sus disímiles comentarios y buen humor que siempre conseguían amenizarnos los
días. Tiempo atrás me vanagloriaba alardeando de la inexistencia de mujeres en
las cuales estrechar mano amiga –y no precisamente por cuestiones de machismo-.
Lo cierto -bien puede que por haber nacido bajo la constelación de Piscis y
tener un corazón que late como romántico incorregible- es que soy muy difícil
de impresionar y tengo que reconocer que desde los inicios –bien puede que
hasta sin proponérselo- ella lo logró así de fácil.
Definirle con palabras creo que
es extremadamente absurdo… tal cual intentar tapar al dios Horus –según la mitología
egipcia- con un dedo. Desafortunadamente las palabras no siempre acuden a
nuestros dedos dictadas por una fuerza involuntaria que les obligan a escribir
directamente sobre un teclado o bien sobre un trozo de papel ya gastado con el
de cursar del tiempo. Disímiles pueden ser los sustantivos y adjetivos… pero
para intentar describirle habría entonces que explotar todo un accionar de
verbos y formas verbales habidas y por haber en la inmensa gama de la lengua
española.
Para los que tuvimos el inmenso
placer de conocerle e intimar sentimientos y abrazos, podríamos comenzar
precisando que fue exactamente el ejemplo de esa mujer de guerrilla, como lo
fue Celia Sánchez Manduley, perpetuado en el accionar de las féminas del
presente. Siempre encontraba el modo de abrirse paso entre obstáculos, peros e inconvenientes para
salirse con la suya y demostrarnos a todos que si se puede -pero este- elevado
a la enésima potencia. Precisamente porque todo lo que hacía… lo hacía de
corazón y dejándose el pellejo en ello.
Son muchos los que dicen tenía el carácter muy
fuerte, yo aseguro que era tan buena como un pan y aquello no era más que una
corteza para evitar que los gorgojos le comiesen. De todas las personas que he
conocido durante mi estancia en el mundo tendría que asegurar que una de las
almas más puras y transparentes con las que he tenido el gigantesco placer de
tropezar ha sido la de ella. Invariablemente se andaba con la verdad por
delante y sin deparar en tiempo ni espacio, ponía pausa a lo que estuviese
haciendo y le echaba una mano al que necesitase de ayuda o bien de un consejo u
charla amiga.
Desde que su madre le trajo al mundo decidió llamarle Svieta (Luz en ruso)… yo en cambio, semanas después de haberle conocido me tomé el atrevimiento de llamarle Svie. Bien fuese por cariño o por puro reconocimiento de que tan solo el mismísimo diminutivo generaba suficiente alegría sobre todo el que le conociese, tal cual se genera un campo magnético alrededor de todo conductor por el que circule corriente eléctrica.
Con su partida nos dejó un gran vacío a todos… más aun cuando resulta tan difícil encontrar principios éticos tan escasos en una sociedad que hoy vive rendida ante la ley de consumo, y que en ella abundaban a por botones. Infinitas son las frases que recogen o palabra frasean algo así como que la familia nos toca y las amistades las escogemos. Pero ella llegó sin anunciarse… con un manojo de alegrías, excelentes perspectivas de la vida y deseos de vivirla, disímiles abrazos envueltos con sinceridad absoluta, magnífica apreciación por el arte y la ciencia, sublime oído para la buena música, altruismo extremo, cariñosa, estricta con su gente y consigo misma, sincera, franca, incapaz de avergonzarse de sus criterios y puntos de vista, capaz de aceptar sus errores y criticarme constructivamente.
En fin… o bien en principio, pues no creo se
pueda dejar de creer en alguien tan especial porque simplemente no esté físicamente
en este mundo de los vivos, es a Svie a quien agradezco inmensamente todo lo
que sé y soy en esta rama de la ciencia, o bien lo que he alcanzado a ser como espécimen
humano que se esfuerza por ser mejor cada día. Tal como le decía en uno de los
correos, mientras se mantenía en vida, aun de viaje por México: “Muchas gracias
Svie, gracias por escucharme, por estar ahí cuando me haces –hiciste- falta,
por existir y hasta por esas peleas que ya se vienen echando de menos…” Aunque
me resulte imposible controlar las emociones, levantar recordando que el tiempo
pasa tan rápido como para que nos vayamos poniendo viejos, que mientras observo
y analizo la concentración celular –en el microscopio- de cada muestra
experimental una lágrima me anuncie que le tengo cerca, en cada recuerdo, aunque
extremadamente distante. Y como científico lo corroboro porque ya todos están
ahí, fuera del área –donde permanezco trabajando- limpia, alistándose para
comenzar una nueva jornada laboral, más el teléfono aun no suena para anunciarme
–como de costumbre, lo primero que hacía al llegar al centro- con su voz cálida
y amiga los más dulces buenos días en un “¿Ada, buenos días, qué tal, cómo
estás?”
A
su partida nos dejó involuntariamente un chico que es encantador. El Fabi, como
todos le llamamos fue criado hasta el momento a su imagen y semejanza,
recibiendo todo el amor que puede brindarle una madre a su hijo. Aprendió tanto
de ella que desde pequeño vive atesorando cada detalle que le brinda la vida…
tal así, que podemos apreciar en la misma imagen que subo al Blog, la
intensidad con la que él abrazaba a su mami como si fuese el último apretón que
pudiese darle. A él, le falta lo más preciado en la vida aunque su tía Grey y sus abuelitas Rita y
Sari le den todo el amor del mundo. Desafortunadamente a los mayores no nos
queda de otras que resignarnos… recordar que por mucho que la Huesuda se haya
empeñado en distanciarle de los seres que le quieren, aun ella continúa cerca,
muy en lo profundo del latir con el que se le extraña, quizás al alcance de la
vista, ahí mismo, en el asteroide (F7Ib-II[3]).
Adanys, amigo: Qué triste y lindo a la vez. Svie, dondequiera que esté, y de seguro ganándole espacios a los ángeles, estará orgullosa de ti y brillando con luz propia.
ResponderBorrarEs muy bueno contar con un amigo como tú. Te lo aseguro. Sin más palabras!!!!!
Amiga… sin duda alguna sí que brilla con luz propia la Svie y ya a estas alturas creo que bien poco espacio debe quedarle a los ángeles por ceder… aunque a decir verdad desearía inmensamente que fuese a su reverso, de modo tal que terminen devolviéndonosla. Hoy le he echado extremadamente de menos… y de tantas cosas que me quedan por hacer en el día… solo me apetece tenerle cerca y estrujarle con un eterno y gigantesco abrazo.
BorrarGracias por llegarte amiga, Cuqui. Tus huellas a la orilla de esta mar ya se vuelven algo muy propio de ella y a decir verdad llegan cuando más falta nos hace. Mis cariños miles… Igual es un placer inmenso contarte como amiga, así, tal como dices… si más palabras!!!!!!!
Amigo, cuánto quisiera que fuera eso posible, en este y otros casos que nos llegan tan de cerca. Si pudieran devolvérnoslo, sería lo perfecto y de eso estamos lejos.
ResponderBorrarTenemos días y días, parece que hoy es el tuyo de extrañar con intensidad, a mí me sucede lo mismo en ocasiones y créeme, se sufre.
Me alegra mis huellas llegaran cuando las necesitabas, eso me reconforta y me acerca a este Adanys, mi amigo que ha sido tan gentil de cederme un pedacito de la orilla de su mar, mis cariños de siempre, o mejor, con un poquito más!!!
Así mismo amiga, Cuqui… ojalá fuese posible semejante negociación!!! Creo que terminaría empeñado -como bien dicen los españoles- hasta las trancas. Pero si… independientemente de lo absurdo de la misma me alegra muchísimo el encontrarte cerca, justamente a la orilla de nuestra mar. Gracias miles por llegarte y más por hacerlo en el momento preciso… Mis cariños milenarios para ti… y otros tanos por tildarme como amigo :)) Que tengas un lindo día...
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