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lunes, 25 de enero de 2016

Del otro lado



          
              Llegar… llega siempre dispuesto a dar lo mejor de sí. De lo contrario tiende a no comprometerse ni consigo mismo o bien a entretenerse por el camino con la esperanza de tropezar con inconvenientes que le disten de esta cruda realidad donde todo le termina sabiendo a nada. 
 
                 Hace mucho comenzó a tomarse las cosas en serio aunque bien a estas alturas no deja de ser el chico que muchos no saben ser de pequeños.  Cada día despierta con una sonrisa en los labios y otras mil razones que le incitan a soñar y saberse soñando. Aun cuando sabe del otro lado pudiese no haber nadie esperándole.

          Desde luego es lo más jodido. Pero… ¿quién sabe? Tal vez lo estuvo en algún momento -paralelo en tiempo y espacio- a este en el que desea llegar y se le hizo un poco tarde. No a él, porque desde siempre es algo que detesta por cuestiones de principios e inconformidad propia de hacer aguardar.

                 Vivir pendiente del tiempo no es algo a lo que suele estar acostumbrado. Algo que de igual modo condena con los marzos que se le vienen de a poco entre adictos y dramáticos Tic Tac ingrávidos e insipientes. Porque nunca ha llevado reloj y las pocas en que intentó hacerlo terminó descubriendo es todo un desastre conservando íntegra la maquinaria.

               Si algo en la vida le queda claro es que actuar en función de la opinión de los demás es censurar la suya propia. Pelos en la lengua no creo haya tenido y por mucho que confía prefiere hacerlo en fenómenos atmosféricos. Según nos cuenta, son menos traicioneros que el ser humano. Porque tal cual muchos no hacen… se vienen siempre con la verdad por delante.    

             De tal modo. Contemplando que en la mañana siguiente al viernes del que ya  quedaba poco amanecería lloviendo. No precisamente el chin chin al que puede nos hayamos acostumbrado de lo común que se ha hecho por estos días en nuestra Habana tan llena de fango.

             Quien le vio salir desde temprano contemplaba vigor ardiendo en sus venas. El mismo que no pudo ser apagado por la ventolera que soplaba en el ambiente. La que hacía crujir las ramas de árboles encontrados a su paso mientras el tendido eléctrico comenzaba a investigar sobre su fragmento más débil.

             Las ráfagas de viento sí que eran bien fuertes. Pero ya de camino continuaba repitiéndose él lo era aún más. Yo que le conozco, creo se refería a la de voluntad porque es de los hombres que lucha por perseguir sus sueños así de por vida viva estrellándose.

              Su destino era del todo inexplorado por sus propias experiencias. A llegar aprendió por el camino… contemplando una mera puntualidad innecesaria al hacerlo sin previo aviso. La sorpresa tal vez pudiese no ser grata. Eso siempre le quedó bien claro. Más era de su preferencia ante tanto silencio que le inundaba el alma de vacío insustancial, despoblándole de palabras con las que publicar para sí mismo. Donde los días comenzaban a quedársele chicos ante la intensidad con la que acostumbra vivirlos.

              De camino seguro estaba todo era cuestión de tiempo. Por esta vez, más temprano que tarde, tendría en frente la solución a sus problemas o bien la agonía que sobresature los ya existentes. Tal como suele decirme -“Los sueños se hacen a mano y sin permiso”- de vez en cuando. Porque lo leyó no sabe cuándo ni en qué lugar… pero le recuerdo es de Silvio. Todo era cuestión de tiempo y harto vivía ya de esperar.

                  Por primera vez en su vida comenzaba a ser egoísta para consigo mismo. De cuando en vez es bueno pensar así. No podemos pasarnos toda una vida preocupados por los demás mientras no sabemos equilibrar la nuestra. Simplemente porque aconsejar a nuestros familiares y amigos cuando no somos capaces de funcionar de la forma en que nos manifestamos nos termina etiquetando de hipócritas.

                     Bien poco le importaba el frío… la ventolera… la llovizna impactando contra sus ojos. Solo quería llegar y a ello dedicó su tiempo sin lugar a arrepentimientos. Montar en una camioneta sabía era solo el comienzo de un largo día donde el mínimo cambio bien podía tornarse desfavorable.

                 El recorrido era bien largo aunque no tanto. Me atrevería decir solo lo necesario para comprender que cuando se quiere algo la única opción de conseguirle es ir a por ello. Recordemos no siempre Mahoma va a la montaña.

                     De camino preguntó a unos, converso con otros. Confirmó que la gente de pueblo y no precisamente por ser de pueblo son mucho más humildes que los de la ciudad. Conversó de todo un poco y quizás hasta de nada con mucho de sus habitantes. Unos más sorprendentes que otros. Como es de esperar cada quien tenía su sabor característico.

                     El viaje para nada era aburrido. Perplejo se quedaba ante el guajiro enrabiado cuando se le echa a perder la cosecha por no encontrar vía para venderla y le sugería para no perderse. O la madre que va de visita a malcriar –dígase en el mejor sentido de la palabra, porque mire que los míos me malcriaron y hoy a ellos agradezco inmensamente por la forma en que lo hicieron- a sus nietos. Porque aparentemente él (personaje de esta historia) y su hijo (el de la señora que va de visita) viajan por una misma causa aunque en fechas desfasadas y diferente objetivo.

                   Todo por una buena causa… como si nos dejamos la vida en el intento. Caminar, me cuenta, caminó más que de costumbre. Por suerte desde siempre se les dan bien las direcciones y andar es algo que nunca le ha pesado. Sin embargo le llama la atención como todos le observan. No sabe cómo pero sabe que todos saben que es nuevo en el lugar y posiblemente llegue para no quedarse.

                     Solo por cuestiones migratorias donde se alardea que el guajiro cambia lo que no tiene para venirse a vivir a La Habana y desde luego, incomprendidamente, el habanero ni loco se va a vivir para el campo. Puras estadísticas del todo inciertas corroboradas por la realidad que termina demostrando lo contrario. Cuando es buena la causa el regionalismo se acaba, los conceptos tienden a modificarse y el carácter flexibiliza sin que apenas nos demos cuenta.  

                   Sin darse cuenta y antes de lo previsto llegaba justo hasta donde planificaba llegar pero desde luego el lugar no era su meta. Era mucho pedir lo ben que se le iban dando las cosas. Por poco que preguntó fueron muchos los que se dispusieron ayudarle y hasta hubo quien se ofreció como voluntario para acompañarle en caso de que no encontrase por sí solo el lugar.

                 Dicen muchos que la felicidad del pobre dura poco. Sabiendo no es millonario continuaba con la misma seguridad sin lugar a decepciones. Más sabe Dios por cuánto tiempo.  Para su desconcierto el lugar no era el indicado aunque sin coincidía con la dirección. Contemplemos no siempre se busca en el lugar indicado aunque no por ello el que se encuentre tiene por qué ser erróneo.

               Siempre aparece una buena pista para quien busca y desea encontrar. Así apareció un rostro familiar que indicaba compartía algún lazo sanguíneo con el objetivo de este viaje. Al instante estaba seguro de estar en  lugar correcto. Buenos días. ¿Sabe –fueron sus palabras- usted de…? Es mi sobrina -respondía una voz clara devolviéndole el aliento- pero ella no vive aquí. ¿Podría ayudarme –continuaba sin darse por vencido- con su dirección por favor? Desde luego… no faltaba más.

         Así transcurrieron unos minutos donde cada indicación fue perseguida posteriormente por sus pasos al pie de la letra. Baje unas cuadras hasta encontrar la farmacia, luego gire a la derecha hasta cruzar la cuarta esquina y encontrarse con la segunda casita (rosada) a mano izquierda. Era imposible perderse y no dar con el lugar. Las especificaciones no podían ser mejores y allá corría él tras agradecer inmensamente el gesto de cortesía y desearle un real y maravilloso día.

                   Cada calle comenzaba de algún modo a tornársele familiar pues caminaba por donde antes ya lo había hecho. Ahora si estaba seguro estar en el lugar correcto. Justo en el momento de su llegada en el portal de la casa se asomaba un rostro que transcurrido unos años bien podría ser el suyo. Recordando de tal palo tal astilla se atrevió a modificarle por un “De tal madre  tal hija”.

                Ahora sí. Estaba cien por ciento seguro de haber llegado. Cada latido se precipitaba al anterior ansioso de próximo relevo antes de lo previsto.  Esta vez sin contemplar que no siempre se encuentra lo que se busca. Esencialmente porque lo que el buscaba no se busca, se encuentra.

                        Y ahí estaba él. Justamente del otro lado… en frente… desalentado porque a su llegada, no había nadie esperándole. 
           

2 comentarios:

  1. Amigo, estás productivo, qué bueno. ¿Yo?, todo lo contrario. La Musa se me ha ido y de qué manera.
    Ya tu protagonista encontrará a alguien esperándole. Un día lo escribirás!!!, al menos eso quisiera, que lo contaras.
    Y recuerda: “Los sueños se hacen a mano y sin permiso, arando el porvenir con viejos bueyes".
    Te deseo el mejor de los días, maravilloso y real!!!

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    1. … sí que se viene echando en falta a esa musa que partió quién sabe a dónde. Llevo semanas preguntándome por sus andares. Espero inmensamente decida aparecer aunque bien para ello lo haga sin previo aviso. Me conformo con verle llegar… con leerte…
      Gracias miles por llegarte y dejarme esas huellas tuyas que tan bien me saben. No dudo que haya alguien esperándole. Solo que a veces se empeña de testarudo en buscar en el lugar más complicado. Pero descuida… igual publicaré cuando su viaje no sea en vano. Construyendo sueños a mano… sin permisos… y con viejos bueyes
      Un real y maravilloso día igual para ti… pero este con un chorro de abrazos.

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