
Me
levanto harto de todo un día frente al ordenador. No recuerdo haber trabajado
tanto tiempo sentado en una silla. Voy por un trago de café más la jarra que
llevo en la mano me hace dudar de lo que escribo. La adicción a la cafeína
podría estar haciéndome daño mientras alienta saber es un gusto que compartimos.
Con
absoluta seguridad ya todos en la casa dormían. Salgo del cuarto al mismo
tiempo que en medio de tanta oscuridad tropiezo con un taburete dejado por
alguien en el pasillo. ¡¡¡Maldita sea!!! El dedo pequeño de mi pie derecho
siempre se las ingenia para encontrar objetos que gustan esconderse en medio de
la nada.
Por
un momento lamenté la posibilidad de haber despertado a los que hasta soñando
podrían estar. De repente los rincones volvieron a poblarse de silencio: un
silencio insípido donde el zumbido de una abeja resultaría escandaloso.
Recordé
que tenía un propósito antes de tropezar. Tropecé dos veces. La segunda, con la
incertidumbre de no encontrar con qué rayos encender la cocina de gas para
colar el buchito que comenzaba a echar en falta. Hurgar en las gavetas y
armarios no sirvió de mucho. Aunque sí para tropezar, por tercera vez, con una
botella de Whisky dejada desde el pasado Diciembre.
El
alcohol no es algo que llame mi atención porque de preferir me inclino por la
cerveza. Pero hoy no quiero hablar de ellas. No quiero monotematizar esta crónica que empiezo para
comentarles de algo y en la que puede termine hablando de soledades.
Tras
el segundo trago mi cuerpo comenzaba a entrar en calor entre iones hidroxilos
bajando por el gaznate. Decido entonces
salir fuera a tomar el fresco que en sus inicios sobraba dentro. Los peldaños
de la escalera son todos iguales. Pero desde siempre, he preferido sentarme en
el séptimo. Tal vez porque me guste el número siete y no precisamente por la
canción de Varela, aunque también.
Una
vez fuera… ya de Febrero no debía quedar nada. Al menos eso creía hasta
contemplar en el calendario de mi
teléfono celular que este año es bisiesto. En lugar de 28, este febrero tubo 29
días en mero intento de corregir el desfasaje que existe entre la duración del
año trópico (365 días 5 horas 48 minutos 45.25 segundos) y el año de nuestro
calendario, que tiene 365 días.
Hay
para quienes, años como este auguran mala suerte. Y nunca mejor dicho cuando la
historia se pone de su parte con vivencias como “El hundimiento del Titanic en 1912,
el estallido de la Guerra Civil
Española en 1936, o los asesinatos de Mahatma Gandhi en 1948;
Robert Kennedy y Luther King en 1968;
John Lennon en 1980 e Indira Gandhi en
1984”.
Son
solo cuestiones de creencias y supersticiones. Pero luego de un largo trago… me
detengo a pensar. Yo, que no me ando con tantas pendejadas y sin llegar a
conclusión alguna, reconozco estaba loco porque el mes terminase de una buena
vez. Harto de ver como la Huesuda se empeñaba en llevarse más gente que de
costumbre por delante.
(…)
Poco
a poco comencé a sentirlo todo distante. No era borrachera en medio del
desconcierto, sino plena necesidad de abrazarte entre tanto silencio poblado
por el crujir de los grillos y lejanos ladridos de un perro que se empeña en
ladrar… puede que hasta por temor al mismísimo frío.
Si
supiera de mi botella de Whisky tal vez vendría por ella. Con gusto se la
hubiese dado. Penas que ahogar en alcohol yo no tenía ninguna y para celebrar
con el consumido ya era suficiente.
Volví
la mirada al frente. Recordé que la mata de naranjas de la vecina había sido
cortada desde hace unas semanas. Este año los pequeños del barrio dejarían de
deleitarse con el jugo de sus frutos y puede que hasta jamás conozcan que las
gallinas dormían en sus ramas.
Entonces
me acordé de ti. Una vez más… quiero decir.
La
vista al horizonte resultaba del todo despejada mientras la noche estaba más clara
que de costumbre. Advertí, tal vez, aun estarías con los ojos abiertos… mirando
las estrellas… contemplando la luna… combatiendo las soledades… compartiendo el
mismo espacio desde puntos extremos que podrían converger en algún punto, desde
la distancia.
Amigo, no me perdono esta sorpresa!!!! Debía saberlo antes, al parecer esta bajadita de temperatura me puso perezosa para leerte, pero no es cierto, solo que esperaba alguna demora y sabes el porqué.
ResponderBorrarLo cierto es que esto de escribir es como un "bichito" que te ha calado y para bien.
Verás que este año te traerá buenas cosas, y buenos olvidos, porque ¿sabes?, en ocasiones algunos olvidos son oportunos, no creas en los malos augurios.
Como siempre te disfruté a la orilla de Tu-MiMar, esta vez renovada, diferente e indiscutiblemente bella. Te felicito, mis cariños tinajoneros y rompe-huesos!!!