Revoluciona Silvio Rodríguez al romanticismo
cuando define entre letras trovadorescas: “Hay locuras que son poesía, hay
locuras de un raro lugar. Hay locuras sin nombre, sin fecha, sin cura, que no
vale la pena olvidar”.
Bajo este
concepto tan propio de sí y varios principios: humildad, respeto, solidaridad,
altruismo, generosidad, etc. salió una caravana de niños, jóvenes y otros no
tanto; desde nuestra capital habanera rumbo a Playa Girón el pasado viernes 8
de abril.
Ardiente
energía la que brotaba entre poros de la multitud a horcajadas sobre
bicicletas. Preparadas en su inmensa mayoría para demostrar que las modas cambian
pero nosotros los cubanos seguimos siendo los mismos de todas los tiempos. Con
un corazón que no nos cabe en el pecho… con unas ganas que superan las ganas de
hacer.
Precisamente
porque vivimos como locos haciendo imposibles, riéndonos de las incongruencias
y disfrutando sin límites la inmensa posibilidad de habitar este mundo lleno de
cosas buenas y algunas, desafortunadamente no tanto.
La
distancia por recorrer desde un comienzo es apreciable. A partir del punto cero
hay 218 Kilómetros por pedalear hasta las arenas de Girón. Es entonces cuando
se nos viene a contragolpe que muchos de los ciclistas (no profesionales) para
el momento de partida, tenían cerca de 20 Kilómetros recorridos para llegar a
la Plaza de La Revolución.
Producto
a la alergia que me provoca permanecer en casa, terminé lanzándome junto a un
grupo de muy buenos amigos a la pedaleada. De esos que ya quedan bien pocos y
fusionados formamos la gran familia que es actualmente Camping Cuba – Tour al
Fly. Con nombre y apellidos porque hay quien se empeña en decir que somos dos
grupos, pero contradiciendo a la razón hoy somos ese (1+1) de Arjona.
Durante
la travesía fueron varias las historias que terminaron conmoviendo a la diversa
multitud que dejó de preocuparse por sí misma para hacerlo por los demás. Porque
solo eventos de semejante dimensión son los que terminan hermanando pueblos.
Así se
nos unieron por el camino diversos jóvenes de provincias como Mayabeque,
Matanzas, Villa Clara y Cienfuegos. Todos con espíritu guerrillero de llegar
fusionados en un solo grupo como lo hicieron 55 años atrás, tal cual dijera el
mismísimo Silvio: “hombres –héroes todos- de poca niñez”. Para despojar en solo
72 horas a nuestra revolución de invasiones patrocinadas por el imperialismo
norteamericano.
Particularmente
hasta quisiera resaltar la participación de un grupo de adolescentes ciclistas
a quienes apodamos por el camino de circular en velocípedos y que ayudaron
remolcando entre apoyo e impulsos a las mujeres y jóvenes rezagadas de la
tropa.
No
olvidemos la participación de los niños porque ellos también estaban en aquel
entonces y en el momento actual. Durante la invasión en el corazón de cada
hombre que salió a defender nuestro pedacito de tierra y en las piernas de
niños que como Mariana, con solo diez añitos de edad, quería llegar bajo la
acción voluntaria de la masa por la aceleración de sus propias piernas, durante
esta bicicletada a Girón.

“Subieron
mi bicicleta al camión y montada en una guagua tuve que recorrer estos 15
Kilómetros”, fueron lastimosamente las palabras que le escuché a la niña cuando
llegaba algo agitado a La Cueva de los Peces en Playa Larga. No pude evitar sonreír mientras alguna
lágrima pudo haberse posado en mis ojos. Las Palabras de aquella niña que de
seguro pesa menos que un comino lograban tocarme dentro.
Soltar la
bicicleta y salir en busca de la suya para repararla fue mi primera reacción.
El camión en donde la habían dejado estaba a solo unos pasos de donde
permanecía el resto de los que poco a poco iban llegando. De inmediato Reno
Massola, foto reportero de Trabajadores y para mi suerte: un excelente amigo a
quien tengo la inmensa dicha de conocer, se dispuso ayudarme.
La rotura
fue solo cuestión de frenos y no tardamos mucho en solucionar el problema. La
reparación era algo más compleja. Ambos comprendimos que su bici funcionaba
como aquellos esqueletos rumberos vendidos antiguamente por los merolicos:
vendedores ambulantes de juguetes y otros objetos elaborados a mano. La muy
condenada se desarmaba sola y si para entonces conservaba su integridad se
debía más al peso pluma de la niña que a otra cosa.
Al
principio la marcha debía oscilar entre los 16 Km/h. Pero bastaron solo unas
horas para comprender que hasta los más débiles se desvivían por llegar y tal
velocidad era superada hasta por los menos experimentados. El sol poco
importaba hiciese de las suyas. Estamos todos adaptados a esta Cuba que es un
eterno verano y preparados pedaleábamos para combatir la situación climática.
Los
descansos fueron programados cada 10 o 15 Kilómetros respectivamente. Cada
posibilidad de accidente –aunque siempre hubo quien intentó bajarse
precipitadamente de la bicicleta y Roberto Morejón no pudo librarse de una
breve caricia de quien se le acerco sin tener la mínima idea por andar hablando
telefónicamente con su móvil- fue erradicada con la guía de la motorizada. Una
ambulancia seguía pero que bien de cerca a las posibles fatigas y dolores
musculares. De estos hubo varios... en
la gran mayoría tratados por un masajista que pedaleaba en el grupo.
De dónde
sacábamos las energías ni yo mismo sabría decirles. Solo me atrevo a confirmar que por cansados que estuviésemos
pocos fueron los que lo admitieron. En ningún momento la tropa dejaba de
sonreír. Por el contrario. La felicidad ascendía proporcionalmente y superando
con creces al cansancio acumulado.
“A mí no
me engaña nadie… no puede ser posible que estos habaneros tengan tanta energía
cuando según ellos vienen pedaleando desde La Habana”, fueron las palabras de
una joven matancera mientras lográbamos alcanzar su paso, relativamente fresco.
Por
pedalear… hasta una de las ambulancieras quería sustituir a Made Morejón:
amiga y periodista de la Agencia Cubana de Noticias. Todos querían llegar en
bicicleta. Poco importaba el camino por recorrer. Mucho comenzaba a significar
las vivencias experimentadas en carne propia.
Faltando
unos 20 Kilómetros por llegar hubo quien se me acercó ofreciéndome la
posibilidad de montarme en el camión hasta estar próximo del territorio de
destino. Esta vez tampoco pude evitar reír. Pero sarcásticamente. Perdone usted
–fueron mis palabras- pero venir a esta hora a quitarme lo bailao??? No se
preocupe usted. Tal cual en su momento histórico afirmaba nuestro Guerrillero
Heroico: “esta juventud a dicho basta y echado a andar”.
Diferentes
órganos de prensa salieron de cobertura a cubrir los detalles. Transcurrida la
semana muchos son los amigos que se me han acercado para comentarme supieron de
mí en las noticias, para preocuparse o tildarme de loco aun sabiendo es algo
que me reconforta inmensamente.
Los
músculos puede que me hayan dolido por un rato. Ahora les comento de la inmensa
alegría que me invade cuando escucho hablar de los tiempos que cambian por la
juventud que evoluciona pero se fortalece, de Playa Girón, de la semana de la
victoria, de un grupo de ciclistas con muy poca experiencia que más que querer
terminó haciendo historia, de muy buenos amigos, de mí… de nosotros.
No
importa estemos todos locos. Siempre y cuando recordemos que “Hay locuras sin
nombre, sin fecha, sin cura que no vale la pena curar.
Amigo, qué rico!!!!, ¿sabes?, es que así somos los cubanos, con bicicletas y sin ellas. Chovinismo aparte, por eso inventamos hasta lo que parece imposible. Si algo siento es no tener tus cortos años para una travesía así. Estuvo muy fresca la Orilla de Tu-MiMar, mis abrazos y cariños tinajoneros!!!
ResponderBorrar… tus abrazos y huellas en esta orilla tan nuestra siempre son bienvenidos. Inmensa alegría la de saberte cerca. Ya nos llegaremos en bici en algún momento por tu ciudad tinajonera. Abrazos miles…
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