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miércoles, 12 de abril de 2017

Víctimas del naufragio

      
           Despertó cuando el único deseo latente en su cuerpo era salir a buscarle. Tenía tantas cosas que decirle… tantos besos  y caricias con los que poblar sus soledades. 
   
         A ciencia cierta nunca supo donde estaba. El sabor ausente le agrietaba el alma entre la ansiedad de haberle conocido. Le dolió girar la cabeza y no encontrarle a su lado. Apenas podía recordar su rostro pero siempre supo que existía. Cada latido efímero en sus sueños le confirmaba estar en lo cierto.

Se sintió pensándole por un buen rato. Quizás le estuviese soñando desde el otro extremo en el momento preciso en que mano ajena se entrelazaba a la suya. No estaba solo en la oscuridad de la noche aunque el frío se colase entre sus huesos. 

 Entre la lujuria se detuvo a pensar. A pensarse distante o bien pensarle cerca… poblándose el uno al otro, poblando sus cuerpos entre abrazos que salvan del naufragio. Le contempló desnuda en otro cuerpo. 

…sintió vergüenza. La cólera le pobló de a poco. 

Los celos le corrompía por dentro con la posibilidad de que ser ajeno al suyo le estuviese amando. Se sintió débil con la rabia circulando por sus venas mientras se incorporaba de súbito.

…sintió que eran cuatro sufriendo la desgracia de dos. 

Abrió la puerta creyendo salir a la calle. La brisa de la madrugada se le vino encima. Sin compasión la lluvia llegó a golpearle el rostro mezclándose entre alguna que otra lágrima. Dio apenas varios pasos hasta tropezar en la arena. 

Caminó hasta percibir que la humedad en la planta de sus pies le indicaba la cercanía de La orilla. Poco era el vino restante en la botella pero quiso emborracharse aunque ellos ya no fuesen los de siempre. 

Se sentó justamente cuando sus dedos tocaban el agua poblada de espuma. Miró al frente hasta enfocar la divinidad de las olas acariciándole el alma. Ella no estaba pero volvió a sentirle cerca… esta vez amándole desde la otra orilla, en otro cuerpo por desgracia ajeno al suyo.  

          Miró al frente estrechando la arena como si fuesen las nalgas que recordó poco después fueron suyas. Miró a los ojos que varias veces le vieron suplicar por los besos que tal vez no llegarían. Recordó de todo un poco mientras estuvo junto a ella para cuando la ausencia solo le dejaba como alternativa emborracharse en la mar. 

Y eso hizo… 

                                   …bebérsela como en el último beso.
 



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