Me voy a inhalar aire fresco aunque bien el
humo de los automóviles contamine un poco el que respiro. El aire fresco que
seguro despeinó a Pilar caminando junto al mar de espumas que ahora acaricia a
la roca vecina que puedo ver a mi derecha, mientras camino.
Caminar sobre el pavimento en el que muchos
deciden coger un cinco. Si… un cinco. En Cuba, en mi país… muchos deciden
sentarse por solo cinco minutos, cuando el cansancio es inaplazable.
Jamás imaginar que el proyecto del Ing. Francisco de Albear se convertiría, con el paso de los años, a imagen y
semejanza del sofá que tenemos en la sala de casa. Un muro que bordea toda la
bahía de La Habana y al que llegan muchos cubanos y otros no tanto… deseando
compartir entre amigos, romancear con la persona que compartimos nuestra vida,
leer un libro, escuchar buena música, mirar el mar extraviándose en el
horizonte… o simplemente, compartiendo el silencio.
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