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miércoles, 12 de noviembre de 2014

Estadísticas



Jueves en la tarde, llego a casa y le encuentro tan aturdida como siempre, digamos un poquito más que ayer y muchísimo menos que mañana. Resulta que le han programado, así, sin más, una reunión para dentro de veinte horas… pero lo peor, más que perder el tiempo, es que detesta las reuniones. Aun no se puede creer que necesiten reunirse por pura osadía de la Dra. del Dpto. de Fisioterapia para solucionar aparentes problemas existentes en la dirección.
                      
                     Problemas encontramos todos –me comenta-  a donde quiera que vayamos, pero no me queda claro que puedan ser solucionados con exigencias tan descabelladas. Aun hasta más incoherentes que los ¿por qué? de un niño pequeño… pero estas, sin ingenuidad alguna de por medio. Es necesario optimizar –continúa- las estadísticas de  cada consulta, salvo que para ello, pasando por alto principios derivacionales y cálculos diferenciales.   
                     
                        Entonces:
                                 Ø ¿qué optimizan?
                                 ·      consultas
                                 Ø ¿pero cómo lo hacen?
                                 ·      por la regla de tres…
                                Ø ¿cómo?
                                ·      sí, porque quiero, puedo y me da la gana. Bueno, en realidad porque aparentemente puede, quiere y hasta porque de cuando en vez, se le dé la gana.
                               Ø ¿a quién?
                                ·      a la Dra. del departamento.
                               Ø ¿así porque sí?
                              ·      Si, el problema es que en los últimos meses son muy pocos los pacientes que asisten a consulta. No por indisciplinas ni ausencias, sino porque cada día que pasa son menos los que necesitan ser tratados terapéuticamente.
                      
                     Pero eso es bueno… es señal que los círculos de abuelos, las brigadas de taichí y otras tantas instituciones deportivas de nuestro país se encargan de revitalizar el tan conocido “Deporte es salud”. Nos demuestra nuevamente que cuando se quiere se puede, que con un poco de prevención vial, dieta balanceada y otros hábitos de higiene, damos vida a la vida. Y de cierto modo, me satisface muchísimo percibir que gracias a los principios éticos de nuestra revolución –según lo detallado por  ciertas estadísticas- los trastornos de salud fisioterapéutica, tienden a su valor ínfimo, tal como el límite de x2, cuando x tiende a infinito.
                       
                      De cierto modo mis argumentos no son suficientes y como Los Van Van –chapeando- me sale al paso censurando mis palabras. Eres un soñador, no sabes lo que dices… tienes muchísima razón en ello, pero desafortunadamente no todos piensa como tú. Precisamente a partir de mañana, nos exigirán sobre cumplir en un 80% las consultas y tratamientos por encima de la norma. Algo así como tratar 250 pacientes, cuando en realidad, en su totalidad solo existen aproximadamente  50 de ellos. Tal como exigirle a un periodista que escriba de las beneficencias y buenas acciones del Imperialismo Norteamericano... joder… algo extremadamente absurdo no???  
                      
                    Me pregunta entonces, ¿de dónde rayos sacamos los 200 pacientes afectados que faltan? ¿nos los inventamos? Nooooooo, que barbaridad, cómo puedes creer… se responde a sí misma. La solución es obvia –me antepongo- y sin dar margen a preámbulos me pregunta con un ¿cuál?, como si en la respuesta encontrase  solución al problema real y no del aparente -nueva norma de producción- a solucionar durante la reunión.
                       
                     Es fácil… a partir de la semana próxima –continúo- tendrán tres días libres y se les dará como medio básico un bate beisbolero para que salgan a la calle a fracturar cuánta articulación se topen por delante. En pleno estupor se derrumba de la risa y me pregunta, con intrépido sarcasmo, ¿serás tonto? Más por el contrario, tonto en todo caso quien quiera creer  que con semejante medida se resuelven los problemas.

                  Entonces, ya casi –perdón, “Casi”, no se escribe- dando la conversación por dada me toca a la puerta nuevamente el ¿por qué? de un niño pequeño.  Aun no me quedaba claro que el problema fuesen los pacientes, y los ¿por qué? continuaban ahí, a flor de piel. ¿Por qué exigir un aumento de consultas, cuando la salud de nuestro pueblo es quien tiene la última palabra? A lo que se lanza nuevamente, como los Van Van -en pleno plan de chapeo- y me comenta que el problema radica en la cantidad de especialista que trabajan en el Dpto. Tal como le explicase unas horas antes su jefa, son muchos técnicos para tan pocos pacientes. 

              Ya entre tantas preguntas, es el insulto quien me anuncia su llegada con incógnita de postre… ¿estaría nuestro pueblo perdiendo el tiempo cuando nuestro presidente de estado y de ministro trataba de perfeccionamiento empresarial y de plantillas infladas?

 

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