Despierto deseando encontrarle
cerca… junto a cada susurro… cada beso… cada caricia. Quizás con mi alma entre
sus piernas y este palpitar irreprimible propulsando la respiración
entrecortada que surge de improviso donde todo parece perfecto. Convencida está de cuanto le deseo… de cuan
palpable es esta realidad en la que cierro los ojos para soñarle o bien los
abro deseando encontrarle cerca.
Inventarme
motivos para verle ya no alcanzan… recorrer inesperadamente las calles por las
que transita –con la vana esperanza de encontrarle en pleno tropezón como quien no quiere la cosas con la
absoluta convicción de andar buscándole toda- resulta de cierto modo
exasperante… pero indiscutiblemente prostituir mi carácter en busca de
justificaciones para acercarme dejan de ser creíbles… y estos despertares
deseando encontrarle cerca se cotidianizan en la inmensidad palpable de cada madrugada
en la que amanezco sin tenerle.
No
se cómo… cuando… ni con que pretexto… pero del mismo modo que Benedetti,
despierto deseando en plena estrategia encontrarle cerca… con la dominante
convicción de que por fin me necesite. Puede que justamente al alcance de mis
manos… pero encontrarle inexplicablemente ahí: despojada de ropas y atuendos…
golpeando la desnudes de mi alma con cada ir y venir de esa mirada ansiosa de
tragarnos a enteros. Ella… de ahogarme entre sus entrañas tanto como yo de sumergirme entre sus brazos
que arto están ya de acariciar dientes de perro en cada orilla costera.
Es tanto el desearle que
incluso sin haberle soñado… despierto deseando encontrarle cerca… inventándome cientos
de motivos… miles de historias para apreciar que la vida tiene un sentido.
Despertar…
ducharme… salir a la calle… e inventarme historias en principio aparenta ser un
buen estreno para olvidarle. Pero solo
eso… puras historias que me invento sin
lograr multiplicarle por cero. Precisamente porque no siempre la
multiplicación por cero termina dando cero y del mismo modo hay quien afirma
existir una regla de tres en la que no quiero… no puedo y no me da la…
Intento
entonces romper un poco la rutina… si es que de esta forma me las ingenio para
lograrlo. Comienzo a conformarme con menos de lo que merezco e intentar aliviar
estas ansias a puñado de migajas. A mirarle precisamente en fotos mientras le
escucho otras tantas veces en ese irritado y melódico desear encontrarle cerca.
Unos son los que miran y cayán en
silencio compadeciéndose de este padecer recalcitrante… otros los que insinúan
depende de mí… y esa maravillosa amiga que llega sin previo aviso -precisamente
porque mis páginas son tan mías como suyas- me aconseja intentarlo.
Total…
de los cobardes no se ha escrito nada más para cuando me propongo ambicionarle son
miles las siluetas que me salpican de recuerdos y otras en las que despierto
deseando encontrarle cerca. Ya no aguanto más… hoy despierto dispuesto a
ducharme… salir a la calle… dejar de inventarme historias y lanzarme en pleno
intento de abrazar todita La Mar.
Maravilloso amigo: Qué bien, entré y encontré ese aire de tu-mi Mar que tanto bien hace por estos días de intenso calor.
ResponderBorrar¿Qué decirte?, espectacular como todo lo que escribes, e insisto: ¡INTÉNTALO!
Espero más. Mis cariños...
Mis inmensos cariños igual para ti… amiga. Indiscutiblemente sí que son intensas las altas temperaturas de nuestra Cuba veraniega por estos días. Y el que la brisa logre refrescar las orillas de esta mar ya muy nuestra es verdaderamente alentador. Me alegra saber que te encanta lo que escribo… aunque ¿qué decirte? el que te resulte espectacular ya es…
BorrarIgual no te preocupes… allá voy… a intentarlos. Que tengas un lindo día y muchas gracias por tus huellas que me mal acostumbran.