Indiscutiblemente es el más pequeño del grupo Camping Cuba. Pero en beneficio
propio no conoce de imposibles sino de imperiosas ganas de hacer. A todos nos
sorprende… nos llama la atención… nos preocupa la integridad del chico durante
la travesía. Aunque no por ello, por pequeño quiero decir, le convierte en la
mitad o bien un cuarto de lo que somos.
La
expedición tiende aventurarse en Bocas de Canasí y a pesar de las pocas
complicaciones territoriales sigue siendo todo un reto para él. Esta fue su
primera experiencia como campista… fue nuestra primera experiencia con alguien
tan pequeño en el grupo.
Antes
de continuar… debo… quiero advertirles es el más pequeño. Pero siempre y cuando
nos refiramos exclusivamente a tamaño corporal y una edad que anda pisándole
los talones a los siete años. Porque de alma… de corazón… el chico es gigante.
Como
crío que es vive soñando… corriendo tras sus sueños… intentando dar vida a sus
cuentos, a sus leyendas. Mitos que –según él- no sabe contar pero que se inventa
en un abrir y cerrar de ojos. Como la del cocodrilo que habita en el río o el
escorpión que rondaba nuestras cabañas en la noche y por suerte no pudo –me
dice- envenenarnos con su aguijón.
Le encantan las historias. Sobre todo si son
contadas alrededor de una fogata por un grupo –como en las películas- de
campistas, en este caso, desprovistos de malvaviscos. En mitad de la noche se
siente algo incómodo mientras nos comenta que nosotros los adultos somos muy
aburridos y solo sabemos contar cosas de mayores.
Él
estaba harto de todo aquello… se sentía a gusto con el lugar pero le faltaban
sus historias. Esas historias de terror terror terror con tendencia al
incremento que quería le contásemos.
Para
entonces comenzaba a inventarme algunas pero terminaba censurándome por la
inconsistencia mientras le sumaba nuevamente calidad y exigencias al terror terror
terror que añadía por encima de los tres anteriormente descritos. Con certeza
buscaba historias que no le permitiesen dormir y que nosotros no podemos darnos
el lujo de contarle. Precisamente porque el fin no es traumatizarlo… sino que
por el contrario.
Entre
tantas regulaciones compitiendo a buen paso contra las ISO-9000 nacieron
algunas –historias- nuevas o bien otras viejas con sus respectivas
remodelaciones. Llagaba “el hombre del saco” que incluía de igual modo al niño
que se come toda la papa, “el monstruo del lago”, “el viejo del hacha” y “Pie
Grande”. Para quien particularmente ampliamos una especie de huella en el suelo
deseando darle credibilidad.
Su
atención era toda nuestra. No podíamos dejar de admirar cómo reía entre
temblores y apretones que le daba a su madre mientras nos dejaba claro que
ninguna de esas historias era cierta. Ilimitada la imaginación que tiene… de
esas imposibles de atrapar cuando abren sus alas y la echan a volar.
Hasta
me atrevería retóricamente a tildarle como la reencarnación de David deseoso de
tropezarse nuevamente con Goliat. Precisamente porque vive su vida desprovista
de preocupaciones y dejándose inconscientemente el pellejo en todo lo que hace
sin contemplar meramente la posibilidad de ese algún día.
Que
es un niño… estoy absolutamente de acuerdo con ustedes. Pero particularmente
este no tiene miedo y cuando le falta coraje entonces le echa ganas por cuidar
de su madre. Para garantizarle una sonrisa en sus labios y el orgullo materno
de tenerle como hijo.
No
se alarmen… no es un súper héroe. Sigue siendo un niño pero que desde temprana
edad vela por el bienestar de la mujer que le trajo al mundo. Y para quien
despierta los fines de semana preparándose por sí mismo –lo que encuentra a
mano- el desayuno con tal de permitirle dormir la mañana.
Desea inmensamente… crecer… ser un hombre
fuerte. Tanto así que tal como me decía, hace treinta –creo que diarias-
planchas, se come toda la comida. Priorizando entre el menú las pizzas de jamón
y queso porque –me dice tras haberle preguntado si tenía de estos sabores- ni
las de chocolate y fresa existe. Aunque de estar equivocado, para no llevarme
la contraria pues ya sabe que bromeo, me confirma, preferiría las de fresa.
Entre tanto por admirar en él, me termina
deslumbrando inmensamente el cómo, incluso sin haberle leído ni saber que en
algún momento nuestro Guerrillero Heroico dijo algo parecido, mantiene tan
vigente aquello de que “El hombre tiene derecho a cansarse pero no a admitir
que está cansado”.
A decir verdad creo que es
recargable… el muy condenado no se cansa y cuando lo hace tampoco te reprime
con el martirio de saber que está agotado. Con los seis añitos que tiene ya es
todo un guerrillero con respuestas muy convincentes y otras tantas
descabelladas con las que no deja de tener razón.
Vive
al pendiente de cada tropiezo experimentado por su madre, Claudia. En especial
si alguno de ellos le causa dolor. Así como cualquier momento lo considera
perfecto para golpearle con besos y estrujarla entre abrazos. Le encanta tener
amigos… me dice que amigos como yo tiene varios pero de su edad tiene un
montón. Y no me extraña en absoluto. Teniendo un corazón tan grande como el que
le palpita en el pecho… ¿quién no quisiera tenerle como amigo?
No
es un niño lo que tiene Claudia… es indiscutiblemente el hombrecito de casa… el
pequeño que vela por su madre tal cual el Principito cuida de su rosa. Intentar
describir a Diego es prácticamente imposible por esta vía. Por más que intento
tatuarme lo que escribo las palabras se me terminan quedando chicas mientras
este pequeño rebelde se me hace gigante entre las manos.
Nada de imposible amigo. Lo lograste y de qué manera. Me imagino a Diego, creo conocerlo ya y además, me encanta!!!!
ResponderBorrarClaudia debe estar muy orgullosa de ese que se te hace gigante entre las manos y también de ti por describirlo de esa manera, la que tú utilizas y siempre sorprende.
Pasa un lindo día, y todos los días de este mundo.
Hoy he refrescado a la Orilla de Tu-Mi Mar, ese que sabes anhelo y no tengo por estos lares...
Qué decirte amiga… Cuqui? Diego es único… y por mucho que insistamos en llamarle por su diminutivo… el chico es gigante!!!!!!! Lograr creo que si… que lo hice pero alcanzando solo una pequeña percepción de lo que es. Porque su esencia… su principio activo prolifera ilimitadamente con cada ínfima experiencia. Claudia está más que orgullosa de su pequeño, y desde luego, él de tenerle a ella como madre. Son tal para cual… así de especiales ambos. Gracias miles nuevamente por llegar… sentarte e ingeniártelas siempre para dejar huellas tan llenas de ti, con esa forma tan particular que tienes de llegar a los que te leen y desde luego… quieren. Otra infinidad de días bonitos para ti… con mis cariños envueltos todos entre abrazos.
Borrar