
Quiera Jesús sin ser cristiano, por ser
el núcleo en sí mismo, no haya nadie pasando en el preciso instante en que les
dé por antojarse.
Habana Vieja, mi Habana, nuestra
Habana. Esta vez con esencia de año nuevo y un poco de gustillo a ti. Que
aunque sé estás por llegar aún te noto algo distante. En cualquier esquina de
tu pueblo desde el borde de este mío.
Mi pueblo sigue siendo el mismo. Corroído
por los años, sazonado por recuerdos muy gratos que quisiera llevarme a quién
sabe dónde. A cualquier parte con esperanzas de regresar más temprano que
tarde. Pero llevarlos conmigo. Sería una cobardía de mi parte salir y dejarlos
tirados.
Tu pueblo. Me gustaría conocer tu
pueblo. Caminar por sus calles que desde luego igual son tuyas o bien sus/tus
terraplenes. Despertar con el primer cantío del gallo y el aroma del café
anunciando los buenos días. En él, creo el aire se respira más puro. Donde lo
natural sigue siendo eso, natural y el resto qué más da.
Rememorar al fango surcado por
carretas, los caballos a galope celebrando libertad y el rocío poblado de olor
a yerba impregnándose en mis poros. No sé si de por vida… de momento… me
sentiría dichoso… decantando ciudades.
Por la Habana… Habana Vieja, mi Habana,
nuestra Habana.
Imagino alguna vez transitaste por sus
calles tal cual pudiese estarlo haciendo en el momento en que me lees.
Adoquinadas desde el centro atravesando Bulevares. Puede que hasta el de Varela
donde los viejos siguen vendiendo la prensa y cuesta ver a través de las
vidrieras empeñadas en reflejar la ciudad.
Son muchos los que llegan arrimados a
otros tantos que se empeñan en marchar. Paseando prado arriba entre Leones…
prado abajo entre ellos mismos buscando un buen café con el que se deleite al
paladar.
En esta Habana todo sabe diferente. El
ron, el tabaco que no fumo, el café que me embobece y el que no también. Cada
vivencia se magnifica con pasos incontables que no se resignan a parar. Flujo
irremediable que confunde al que transita, al que degusta y congela con su
lente cada instante.
Rumbo fijo tal vez ninguno tenga. El principio
es llegar y conocerle… el fin: amarle irremediablemente hasta tatuarse cada
instante en los recuerdos. Recuerdos para entonces son muchos los que quedan.
Unos buenos y otros pueden hasta que malos. En su absoluta dimensión todos
dignos de rememorar.
Pudiese
momentáneamente no saber por dónde andes. Imagino una vez más sea bueno respetar
ese ínfimo espacio donde no estamos e incita a soñar y sabernos soñados. En el
medio del monte poblado de adoquines o en el centro de esta Habana inundada de
fango.
Dos fachadas abstractas e inconclusas que tras abrir los ojos recuerdo
caminar mi Habana sin ser tan mía ni ser tan yo.
¡Qué lindo amigo mío!, siempre aciertas en la diana de mi gusto.
ResponderBorrarCuando te decidas a visitar este pueblo tinajonero no tendrás esos recuerdos amorosos, pero sí te cansarás, quizá, de sus adoquinadas y enrevesadas calles. Te aseguro que si solo te dejo, te pierdes, pero no te preocupes, aquí estaremos nosotros, tu familia de acá para guiarte y acompañarte y ¿quién sabe? te tropieces con alguien que te deje "preocupado" y olvides otros avatares, siempre con la esperanza de que cambie igual tu "esperanza".
¡Ah!, cuidado con tus paseos por tu Habana por estos días repleta e inundada de agua.
Hoy no hay mucho calor. Amaneció el día lluvioso, pero igual, vine a refrescar a la Orilla de Tu-MiMar. Feliz día!!!!
Con razón son muchos los que dicen “sabe más el Diablo por experimentado que por Diablo”. Qué lugar tan casual y sorprendente en el que termino acertando tu gusto. Solo cosas de nosotros los locos…
BorrarRecuerdos… podría no tener ninguno cuando visite entre tinajones tu ciudad. Pero si… llevarme… pretendo hacerlo por sacos. Aunque termine cansado de tanto caminar entre adoquines por sus más recónditas calles. Perderme es algo que nunca se me ha dado bien pero igual… lo haría con gusto. Sería otro puñado más de recuerdos a traerme conmigo.
Qué decirte de tropezones… de tan despistado que suelo ser termino siempre dejándome la piel en cada vano intento. Preocupado… aturdido… de camino al oculista por temor a perder la visión y con la esperanza de que como bien me dices… cambie mi esperanza. Circulada por círculos blancos y otros negros intercalados entre sí.
Es un gusto saberte cerca aunque bien el calor se vaya disipando por allá. Es bueno saber la orilla de esta mar tan nuestra refresca mucho más que cualquier brisa de cuaresma. Mis cariños miles… junto a una genial tarde.