A medida que el sol se pone tras la línea
divisoria del horizonte, van llegando pobladores desde los más recónditos
lugares hasta el malecón habanero. Cualquier pretexto es válido porque siempre
sobran las buenas intenciones deseosas de pasar un buen rato.
Bajo este concepto sorprende cómo
se sumerge entre la multitud la pasión por la pesca. Poco importa la experiencia
acumulada para entonces. Según los participantes todo es cuestión de suerte
sazonada con infinita paciencia.
El disfrute es plenamente
saludable. Quienes se aproximan con carretes o cañas de pescar para llevarse el
mejor ejemplar a casa, terminan sintiendo una paz interior de la que bien pudiesen
nunca antes haber disfrutado.
Un buen
ejemplar es bienvenido. Lástima que no siempre se corra con la suerte necesaria.
Desde luego ninguno pierde la esperanza mientras llegan diariamente abstrayéndose
de inconvenientes cotidianos.
El mar es una excelente medicina para los males del
alma...
Amigo, como casi siempre coincidimos, por eso digo: a mi "tinajón" le falta el mar, ese que encuentro de vez en vez aquí en la Orilla de Tu-MiMar, ¡qué suerte!, de lo contrario qué sería de mi alma y sus males?, ah!, nunca he tenido paciencia siquiera para ver a otros en eso de pescar, mis cariños con abrazos rompe-huesos familiares!!!!
ResponderBorrar… falta es la que le hace el frescor del barro tinajonero de tu ciudad a esta orilla en donde el sol se empeña en calentar más que de costumbre. Te confieso algo: Tampoco soy de los pacientes que sientan a esperar. La vida me ha enseñado que cuando se quiere algo la mejor alternativa es ir a por ello. Un fuerte abrazo para toda la familia desde esta orilla tan nuestra.
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